miércoles, 9 de abril de 2008

SOBRE LOS TEMAS DE POBREZA

jueves 27 de marzo de 2008

INFORME MISION DE LA POBREZA Y ARTÍCULO TRAMPAS DE LA POBREZA OCTUBRE 16 DE 2006
Informe especial¡Pobre país!La misión de pobreza, después dos años de investigación, llegó a una conclusión aterradora: el crecimiento económico en Colombia va en contra de los pobres ¿Qué va a hacer el gobierno para disminuir la preocupante desigualdad social?Fecha: 10/14/2006 -1276 A los 31 años, el sueño de Nelly Avilez es construir una casita de cemento para vivir con sus seis hijos y su esposo Willington. Desde hace cuatro años, cuando salieron desplazados de su finquita en Ataco (Tolima), no han vuelto a dormir decentemente. Tras vivir en Neiva, prácticamente como mendigos, decidieron echar raíces en Sitio Nuevo, un pequeño pueblo en la costa, a orillas del Magdalena, de donde salió Willington a buscar fortuna 15 años atrás. Llegaron a un lote en el 12 de octubre, una invasión sin acueducto ni alcantarillado, donde el barro se entra a la sala y al cuarto. Allí duermen los seis: Heidi Yesenia, Yurani, Yamile, Willington, Edison y Argenio. Entre la hija mayor, que tiene 9 años, y el menor, se llevan seis años largos.En medio de tanta pobreza han tenido suerte. Su suegro les regaló el lote, y su esposo cultiva guayaba y limón. Y cuando no hay para comer, Nelly sale a rebuscarse 15.000 ó 20.000 pesos lavando ropa. "Yo no dejo aguantar hambre a mis hijos", dice esta mujer que estrenó cédula el año pasado para acceder a un programa de subsidios del Estado.Han logrado aliviar algunos vacíos de la pobreza, pero no tienen muchas razones para ser optimistas. Ni siquiera entienden por qué su panorama sigue siendo oscuro, si trabajan duro para mejorar sus condiciones.
En discusiónLa pobreza extrema en Sitionuevo, Magdalena, es una de las principales causas de muerte infantil.La desnutrición y las precarias condiciones en las que viven afectan constantemente su saludDiomedes Vizcaíno de la Cruz apenas alcanza a sobrevivir con la pesca. Él y su esposa han comenzado a recibir un subsidio para mejorar la nutrición de sus hijos. Una pequeña ayuda en medio de un mar de necesidadesMuchos hasta piensan que son pobres por voluntad divina. Pero no. Tras un par de años de trabajo, la Misión contra la Pobreza, un grupo conformado por el gobierno junto con expertos de Planeación Nacional, varias universidades, consultores internacionales y ONG, encontró las razones para que tanta gente esté estancada. Y el hallazgo no podía ser más dramático: aun en un ambiente de permanente crecimiento económico, hay condiciones sociales, económicas y políticas que impiden a 22 millones de colombianos (quienes están en la línea de pobreza) mejorar sus condiciones de vida. Por eso, el Producto Interno Bruto podrá aumentar 6 por ciento este año, pero esa no será una buena noticia para los pobres, pues antes que abrirles nuevas oportunidades, aumentará sus dificultades. ¿Cómo se puede dar esa paradoja? Según Jairo Núñez, coordinador de la Misión, esto pasa porque la mayoría de recursos fue utilizada por las personas que habían tenido mejor capacitación y acceso a la educación universitaria, que en su inmensa mayoría no son pobres. Y lo más paradójico es que buena parte de las ayudas del gobierno en salud, pensiones y educación va a parar a las personas de los estratos más altos de la población.Precisamente este martes, cuando se celebra el Día mundial de la lucha contra la pobreza, el gobierno dará a conocer el informe final de la Misión y anunciará lo que será uno de los pilares del segundo mandato del gobierno de Álvaro Uribe: la red de Protección social contra la pobreza extrema.Los antecedentes No siempre la situación ha sido tan mala. Entre 1970 y 1996, el crecimiento del país permitió que la pobreza se redujera, especialmente del 78 al 95, cuando la economía crecía al 4 por ciento anual y el desempleo no superaba el 10 por ciento. El porcentaje de los colombianos por debajo de la línea de pobreza se redujo en 20 puntos, y la pobreza extrema pasó del 45 al 21 por ciento.Por entonces hizo carrera la tesis neoliberal según la cual el crecimiento económico generaría inevitablemente bienestar a todos los colombianos. Pero desde 1996, la economía comenzó a desacelerarse, y en 1998 y 1999 cayó en una recesión con terribles consecuencias sociales. La pobreza pasó del 49,9 al 57,5 por ciento, mientras más de dos millones de personas fueron desplazadas por el conflicto. En los últimos cuatro años se ha registrado una mejoría marginal frente a la tragedia de estos millones de personas. Se lograron avances importantes, como el aumento de escolaridad y culminación del bachillerato, más acceso a la seguridad social, reducción de la mortalidad infantil, crecimiento en la cobertura de servicios públicos y mayor esperanza de vida, pero no se ha podido reducir la pobreza de manera importante. "A pesar de que la economía está creciendo y generando riqueza, una buena parte de la población sigue estando por fuera de estos beneficios, bien porque el crecimiento y el gasto no son lo suficientemente propobres o bien porque la pobreza extrema es persistente como consecuencia de las trampas de la pobreza en las que se encuentran inmersas muchas familias. En consecuencia, no se han atacado de manera integral las múltiples dimensiones de la pobreza", dice la Misión.Precisamente uno de los aportes más importantes de esta iniciativa fue comprender por qué los pobres no dejan de ser pobres. Y encontró que este es un problema multidimensional que no puede ser solucionado con programas asistenciales dispersos. Además, encontró que hay 15 trampas que les impiden ascender socialmente (ver nota siguiente). En otras palabras, viven un círculo vicioso en el que los hijos están condenados a repetir la historia de sus padres y sus abuelos, y así sucesivamente, hasta que alguno pueda romperlo.La fuerza de la pobreza extrema hace que las nuevas generaciones tengan más dificultades para superarla. Los niños de estas familias son enfermos recurrentes y difícilmente culminan sus estudios; al no acceder a una educación técnica o superior, están abocados al desempleo o a trabajos inestables y de baja cualificación. Como sus padres tienen ingresos muy bajos, los hijos tienen que dejar sus estudios o salir a buscar recursos y, por lo general, empiezan muy jóvenes a tener hijos (14 ó 15 años), lo que los lleva necesariamente a buscar el sustento diario para mantener escasamente a la familia.Por donde se mire hay ejemplos. Lina, una bogotana menuda, fue la única mujer de su casa que logró terminar el bachillerato hace 10 años. No tuvo cómo seguir sus estudios, y tras quedar embarazada de su novio, un trabajador de la construcción, terminó como sus hermanas: trabajando como empleada doméstica. Sus dos hijos están en el colegio y tienen la esperanza de ser profesionales y tener una vida más allá del barrio El Codito, en los cerros al norte de la capital.Para romper la pobreza, la Misión le propuso al gobierno crear un programa que coincidió con una propuesta que desde hace dos años le entregó la Red de Solidaridad al gobierno. Se trataba de una idea similar a Progresa, de México, o Chile Solidario, que funcionan en sus respectivos países. De esa manera, el 25 de septiembre el Conpes aprobó la creación de la Red de Protección Social contra la Pobreza Extrema (RED), que será lanzada oficialmente el próximo martes.La RED, además de enfocarse en mejorar la integración de programas y el gasto de los más pobres, introducirá un modelo cuya unidad de intervención es la familia basado en un modelo de autogestión que les permita el acceso preferente a la oferta de servicios sociales del Estado. La meta del gobierno es invertir 19 billones de pesos entre 2007 y 2010, y buscará por primera vez atacar la pobreza de manera integral. La RED acogerá durante cinco años a 1.500.000 familias más pobres y vulnerables y darles toda una batería de subsidios, servicios y conocimientos que les permitan romper las trampas de la pobreza y salir adelante.La base de la Red de Protección Social contra la Pobreza será el programa Familias en Acción, creado en 2000 por el gobierno de Andrés Pastrana para mitigar los efectos de la crisis económica, evitar la deserción escolar y mejorar la nutrición de los niños. El gobierno actual fortaleció este programa que les entrega a las mujeres un subsidio mensual de 46.500 pesos para comida destinada a sus hijos, y otro de entre 14.000 y 28.000 pesos mensuales a cada uno para que vayan al colegio. A cambio de estos recursos, las mujeres deben llevar a los niños a controles de peso y crecimiento, y tenerlos al día en el plan de vacunación. A la vez, las madres deben asistir a programas de salud o hacerse exámenes como la citología vaginal.En este momento, el programa de Familias en Acción beneficia a 690.000 familias, de 887 municipios, de las cuales 99.000 son desplazadas. Estas familias entrarán a la RED y las otras serán escogidas de acuerdo con el Sisbén. En total, serán beneficiadas 6.500.000 personas. En Bogotá habrá 100.000 familias, 20.000 en Medellín y 18.000 en Cali, entre otras ciudades. Las familias firmarán un acuerdo con el gobierno en el que se comprometen a cumplir 50 puntos para salir de la miseria. Hay de todo, desde salud, educación, alfabetización de los mayores, capacitación para los adultos, pasando por control de la violencia intrafamiliar o educación sexual y reproductiva, hasta tener acueducto, alcantarillado, una vivienda digna y un trabajo que les permita un ingreso formal. "Es importante aclarar que este es un programa con una profunda dosis de corresponsabilidad social, en el que a la gente no la saca de la pobreza el Estado, pero que sí pueden salir de la miseria con su ayuda", dijo Luis Alfonso Hoyos, director de la Red de Solidaridad y uno de los encargados de que este programa funcione. Esto significa que las personas, además de recibir el paquete de ayudas, tendrán asesores que les ayudarán a canalizar sus necesidades en las entidades y los programas del Estado, los cuales deberán darles prioridad. A cambio, cada cierto tiempo las familias deben mostrar avances y logros. En últimas, el Estado se está jugando su legitimidad y su forma de imponer orden y progreso, como reza desde hace décadas el escudo nacional."Necesitamos que los empresarios tengan como prioridad a estas personas en las que el gobierno va a hacer una importante transformación, que se puede ver afectada, si no consiguen un trabajo formal o si no se convierten en microempresarios. Necesitamos también su corresponsabilidad en la solución de estas personas", dijo Luis Alfonso Hoyos.Todo este esfuerzo no alcanzará para acabar con la pobreza. Buscará reducirla del 49 al 39 por ciento en 2010 y al 19 por ciento en 2019, cuando el gobierno hará la segunda celebración del bicentenario de la Independencia. Sólo entonces se podrá ver un horizonte futuro en el que todos los colombianos, sin excepción alguna, gocen del nivel de vida que merecen.
Las trampas de la pobrezaExisten 15 situaciones específicas que impiden a las personas ascender socialmente y vivir más dignamente.Fecha: 10/14/2006 -1276 La pobreza tiende sus redes y se convierte en una trampa de la que es difícil escapar. En ella han caído millones de familias que, generación tras generación, han permanecido atrapadas. Sus condiciones de vida y algunas decisiones que toman –por necesidad o por desconocimiento– conforman un círculo vicioso que, con el tiempo, se vuelve más difícil de romper. La Misión de la Pobreza ha identificado 15 trampas que impiden a las familias pobres mejorar su situación. Algunas se tejen en los mismos hogares, otras, en las comunidades o las regiones. Para deshacer las primeras, se necesita de la ayuda directa de las mismas familias. Para deshacer las segundas, se necesita la intervención del Estado. 1. TRABAJO INFANTIL Cuando un padre obliga a un niño a trabajar para aumentar los ingresos del hogar, está disminuyendo las posibilidades de que su familia salga de la pobreza. Aunque la decisión signifique unos pesos más a la canasta familiar en el presente, es una trampa para el futuro porque los niños que tienen que trabajar no pueden conseguir la cantidad y la calidad de educación que necesita un adulto para entrar al mercado laboral mejor remunerado. 2. ANALFABETISMO O BAJO NIVEL EDUCATIVO Algunos padres, aunque no manden a sus hijos a trabajar, tampoco los mandan a estudiar. Aun si el Estado les subsidia las matrículas, no tienen cómo asumir los gastos inherentes a la educación, como el transporte y la alimentación.3. CAPITAL DE TRABAJO La falta de crédito es un impedimento para los trabajadores informales que quieren salir adelante con su negocio. Usualmente, los únicos que les proporcionan dinero son los usureros. Ellos porque no les exigen grandes respaldos, pero sí, altos intereses. Por eso, generalmente, los trabajadores informales acuden a ellos para comprar los insumos diarios necesarios para su actividad. 4. ACCESO A LA INFORMACIÓN El poco acceso que tienen los pobres a la información los mantiene en la pobreza. La tasa de rotación en el sector formal es superior al 13 por ciento, pero no tienen muchas posibilidades de enterarse sobre oportunidades laborales y de negocios. La mayoría de ellos conservan, trabajos extenuantes y mal remunerados porque no sabe dónde están las oportunidades. 5. DESNUTRICIÓN Y ENFERMEDAD La productividad está directamente relacionada con la salud. Es un círculo peligroso en el que desnutrición y enfermedad desembocan en baja productividad, bajos niveles salariales, mala alimentación y, de nuevo, desnutrición y enfermedad. 6. DEMOGRAFÍA Que cada niño viene con el pan debajo del brazo es una idea más popular de lo que se cree. Muchas personas deciden tener más hijos, no importa la pobreza en la que vivan, porque así aseguran un mayor ingreso en la vejez. Pero la realidad es que, a mayor número de hijos, menores las posibilidades de participación laboral de la progenitora que debe cuidar de ellos. Eso implica menos ingresos y, generalmente, más niños trabajando para llevar el pan a sus casas. 7. ADOLESCENTES GESTANTES Cuando una menor de edad queda embarazada, generalmente debe abandonar la escuela para cuidar de su bebé. Su proceso escolar se atrasa y, a veces se interrumpe definitivamente, lo que deja como consecuencia un acceso limitado al mercado laboral. Los ingresos de una madre adolescente casi siempre están por debajo de la línea de pobreza, lo que repercute en la alimentación y la educación de sus hijos. De esta forma se perpetúa el círculo de pobreza. 8. USO DE TIERRAS El hambre y la necesidad de ingresos llevan a las personas pobres que tienen una tierrita a darle mal uso. Como no tienen asistencia técnica en cultivos, la sobreutilizan y no invierten en fertilizantes para sus suelos. 9. CRIMINALIDAD Y VIOLENCIA La falta de educación y de oportunidades, el ‘no futuro’ de los jóvenes son el caldo de cultivo de bandas delincuenciales y grupos al margen de la ley. Sus acciones empobrecen a sus víctimas y a la comunidad en la que viven porque, generalmente, los negocios que funcionan en el sector se van. Cuando quieren dejar la delincuencia, se les dificulta enormemente conseguir trabajo por la falta de experiencia en actividades lícitas. 10. IDENTIFICACIÓN Algunas personas son invisibles para el Estado porque ni siquiera tienen registro civil o cédula. Eso les impide acceder a todo tipo de servicios sociales. 11. TRAMPA FÍSICA Y GEOGRÁFICA Las regiones que están ubicadas en medio de condiciones geográficas difíciles tienen grandes dificultades para consolidar mercados con el resto del país por los altos costos del transporte. Las zonas con malos suelos para la siembra les impide a las familias tener un ingreso proveniente de la agricultura. 12. TRAMPA FISCAL Otro de los círculos viciosos nace en las dificultades fiscales. Cuando la población es muy pobre, no puede pagar impuestos y, a menor recaudo de impuestos, menos recursos para financiar los programas estatales que les permiten a los pobres salir de la pobreza. La trampa se complica más cuando hay funcionarios corruptos que desvían los recursos. 13. TRAMPA AMBIENTAL La falta de recursos para construir sus casas en terrenos aptos termina exponiendo a las personas a perder lo poco que tienen. Cuando se asientan en zonas de alto riesgo, son inmensamente vulnerables a los desastres naturales que suelen arrasar con todo lo que encuentran a su paso. 14. TRAMPA DE BAJA CALIFICACIÓN Las empresas no consideran instalarse en las zonas donde no hay capital humano calificado, por las condiciones de pobreza, analfabetismo o bajo nivel educativo. Eso disminuye las posibilidades de desarrollo. 15. DESPLAZAMIENTO FORZADO Las víctimas del conflicto armado que se ven obligadas a dejar sus tierras, sus bienes y sus oportunidades llegan a lugares donde no tienen historia ni referencias que les permitan acceder fácilmente a servicios sociales ni a trabajo.

BENEFICIOS COSTOS Y PRECAUCIONES AL FIRMAR EL TLC

Beneficios, costos y precauciones al firmar el TLC
Colombia recibió con agrado la noticia sobre la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Y con razón, pues según el investigador del Cede de la Universidad de los Andes, Hernán Vallejo, la economía del país será la gran beneficiada y con ella, todos los colombianos.
Por Hernán Vallejo G.*Fecha: 11/24/2003 -1125 Así como dentro de un país tiene sentido que haya unas personas que se dediquen -por ejemplo- a la medicina, otras a los deportes y otras al periodismo, así mismo, tiene sentido que entre países unos se dediquen -por ejemplo- al petróleo, otros al cine, y otros a la alta costura. Las ventajas de la especialización hacen que el comercio internacional no sea un juego de suma cero, es decir, que todos los países participantes puedan ganar con el comercio, como lo enseñó Adam Smith hace más de 200 años.Más sorprendente aún es el hecho de que todos los países puedan ganar con el comercio -incluso cuando un país es más pequeño, y menos productivo que otro país en todos los bienes y servicios-, en la medida en que cada país tiene incentivos para dedicarse a hacer aquellas cosas en las que es relativamente mejor, como lo enseñó David Ricardo hace casi 200 años.En la terminología del comercio internacional, Colombia es un país pequeño, ya que su capacidad para afectar los precios internacionales de los bienes y servicios, se limita a unos cuantos productos de exportación. Eso hace que las barreras a las importaciones que impone Colombia, suban los precios domésticos de los bienes y servicios afectados, sin que cambien los precios internacionales de los productos que se importan. Desde hace muchos años los economistas han sabido que ello genera unos costos a los consumidores, que superan los beneficios -es decir, las rentas que ganan algunos productores, mas los ingresos que recibe el gobierno por recaudos arancelarios-.
De otro lado, las exportaciones se han vuelto el foco de atención de gobernantes y empresarios, pues su éxito en un mercado internacional es sinónimo de calidad, productividad y de una gestión empresarial eficiente. No es de extrañarse entonces que las exportaciones sean anunciadas con frecuencia como motores del crecimiento y del desarrollo.Sin embargo, una exportación es básicamente la utilización de mano de obra, capital, tierra, energía y demás recursos escasos de un país, para generar bienes que se consumen en otro país, es decir, para generar bienestar en otra nación. Si eso es así, entonces, ¿para qué exportar?La respuesta es que la única razón de fondo por la cual un país exporta, es para poder importar. Una mirada cuidadosa permite ver que las divisas generadas por las exportaciones de un país sirven básicamente para tres cosas. Para pagar importaciones directamente; para pagar deudas externas (es decir, para pagar importaciones del pasado), o para ahorrar divisas (es decir, para pagar importaciones del futuro). Lo que sucede detrás de este proceso, es que el comercio internacional beneficia a un país gracias a sus propias fortalezas -es decir, a sus exportaciones- y gracias a las fortalezas de sus socios comerciales -es decir, a sus importaciones-.Es en parte por todo lo anterior, que el libre comercio es una política óptima desde el punto de la teoría, para un país pequeño -como Colombia, y como la gran mayoría de los países del planeta-. También es una política óptima desde el punto de vista práctico, ya que evita el desperdicio de recursos en actividades de lobby y de manipulación de la política por parte de grupos de interés, elimina de raíz el contrabando y reduce la carga administrativa y fiscalizadora en aduanas.Desafortunadamente, para llegar al libre comercio, un país pequeño -como Colombia- no tiene muchas opciones. Puede liberar el comercio unilateralmente, como a principios de los años 90, pero eso no mejora el acceso de los productores nacionales a los mercados internacionales. Puede acudir a las rondas multilaterales de la OMC -como la ronda de Doha-, pero en dichas rondas los países pequeños no tienen capacidad para fijar agenda y ritmo de negociación, y dado que poner de acuerdo a más de cien países es prácticamente imposible, dichas rondas suelen demorarse muchos años en producir resultados tangibles.Por lo tanto, el camino que queda es el camino de los acuerdos preferenciales de comercio, como el TLC con Estados Unidos y el ALCA. Dichos acuerdos tienen la ventaja de que como se hacen entre menos países, consolidarlos es mucho más sencillo que terminar una ronda multilateral, y como son de doble vía, dan mejor acceso a los mercados externos, que las aperturas unilaterales. Es en este contexto que el anuncio hecho el 18 de noviembre sobre el inicio oficial de negociaciones para la firma de un TLC entre la mayoría de los países andinos y Estados Unidos, debe ser más que bienvenido.Después de muchos años de protestar por la falta de acceso a los mercados de los países más avanzados, nos encontramos con que nuestro principal socio comercial tiene ahora una Autoridad de Promoción de Comercio (Trade Promotion Authority) y ha hecho explícita su voluntad para negociar un acuerdo que establezca unas reglas claras y estables para el libre acceso de bienes y servicios. Eso es, en pocas palabras, una oportunidad que un país como Colombia no puede darse el lujo de desperdiciar.Es importante adelantar diligentemente esas negociaciones y dentro de un plazo prudencial, pues nada garantiza que la voluntad que han formalizado esta semana los gobiernos de Estados Unidos, Colombia y otros países andinos, se mantenga indefinidamente; ya que para nadie es un secreto que el clima y las prioridades políticas de cualquier país democrático pueden cambiar -por ejemplo- después de cada elección. Es decir, la coyuntura y la oportunidad que se presentan hoy, no necesariamente se van a presentar en el futuro.Ahora, como todo en la vida -y particularmente en la economía-, dichos acuerdos también tienen costos. Es común que se argumente que los costos de un TLC son las concesiones que se le hacen a la contraparte. Pero esas concesiones tienen que ver básicamente con dar mejor acceso, es decir, facilitar las importaciones -que son la razón de ser de las exportaciones-, y poner unas reglas de juego claras y creíbles para que los agentes privados puedan tomar mejores decisiones. Contrario a la creencia popular, estas medidas o concesiones son parte fundamental de los beneficios de los TLC.Los costos de un TLC tienen que ver, por un lado, con el hecho de que los TLC son discriminatorios. Es decir, estos tratados ponen condiciones de acceso diferenciales entre socios comerciales miembros y socios comerciales no miembros del TLC. Ello puede hacer que un país termine importando bienes más costosos -en términos de divisas- desde los países miembros del acuerdo, simplemente porque esos bienes no pagan aranceles. La magnitud del costo dependerá, por supuesto, de qué tan ineficientes sean los miembros del TLC, y de qué tan altas sean las barreras hacia los países no miembros.El antídoto para este tipo de costos es tener claro que si un país se embarca en una estrategia de acuerdos preferenciales para liberar su comercio, no se puede quedar en la mitad del camino. Hoy está sobre la mesa la oportunidad de garantizar el acceso de largo plazo a Estados Unidos, y esa oportunidad hay que tomarla. Pero simultánea y complementariamente, se está negociando el ALCA que nos da acceso a un mercado más grande que el de Estados Unidos, y por lo tanto representa otra oportunidad que no se puede desperdiciar.Es más, los TLC de Estados Unidos con México, Chile, Centro América y los países andinos, van a dejar pavimentado el camino para el ALCA, siempre y cuando los gobernantes de América Latina tengan la claridad y la visión necesaria para terminar esa tarea, y para no dejar que sus agentes privados queden en desventaja en los mercados que se están consolidando entre sus países vecinos.El trabajo por supuesto, no termina allí. Como pasó con México y Chile al firmar el TLC con Estados Unidos, una vez se configure el mercado de bienes y servicios más grande del mundo en el continente americano, la Unión Europea va a tener incentivos muy fuertes para no perder participación en esos mercados. En ese escenario, firmar a un acuerdo comercial con la Unión Europea va a ser mucho más factible de lo que ha sido hasta ahora. Llegado ese momento, también será necesario consolidar esa opción. Entonces, ya no podremos quejarnos más de la falta de acceso a los mercados de los países desarrollados.Aunque en el futuro seguirá habiendo otras cosas para mejorar, la calidad y credibilidad de las instituciones, y la estabilidad en las reglas de movimientos de bienes y servicios, mejorarían sustancialmente con acuerdos como el TLC con Estados Unidos y el ALCA.Los costos de un TLC también tienen que ver con el hecho de que entre más grandes son, más grandes pueden ser los impactos sobre la estructura productiva de un país. Es decir, unos sectores prosperarán, y otros sectores se contraerán. A largo plazo, es ese cambio en la estructura productiva el que lleva a una asignación más eficiente de recursos. Pero a corto plazo, ello puede implicar el desempleo de parte de los trabajadores, la tierra y el capital.Es por esto que es necesario emprender una tarea de minimización de costos de ajuste. Con ese fin, se necesita diseñar un cronograma gradual -y sensato- de desgravación. De igual forma, se necesita hacer un análisis juicioso del estado de las instituciones y la infraestructura del país, para facilitar el movimiento de factores, desde sectores ineficientes, hacia sectores eficientes. En particular, sería bueno dar respuesta a las siguientes preguntas:- ¿Está preparado el sistema educativo público y privado para actualizar la capacitación de los trabajadores en transición?- ¿Está el sector financiero en condiciones de apoyar la transformación del campo y la movilidad del capital?- ¿Pueden los acuerdos sobre el sector financiero y de servicios, incorporados en el TLC con Estados Unidos y el ALCA, facilitar esa transición?- ¿Qué pueden hacer Estados Unidos y la banca multilateral para facilitar la movilidad de factores en los países que firman un TLC con países desarrollados?Sobra decir que un TLC como el que se va a negociar con Estados Unidos es una buena oportunidad para afinar esos instrumentos, que de por sí son importantes para un país en desarrollo, con o sin TLC.Finalmente, y relacionado con los costos de ajuste, hay que recalcar que los TLC tienen impactos distributivos. Independientemente de los efectos de un TLC grande sobre la distribución del ingreso -algo sobre lo cual es difícil poner de acuerdo a los economistas-, es necesario que los países que se embarcan en esos procesos, hagan un esfuerzo consciente por mejorar la cantidad y la calidad del gasto público que le llega a los sectores más pobres de la población, como instrumentos para dar legitimidad a los acuerdos. De lo contrario, corren el riesgo de que las reformas hechas con gran esfuerzo se reversen -así sean positivas- y que se desperdicie una oportunidad que puede ser difícil volver a encontrar.*Profesor - Investigador del CEDE, Universidad de los Andes.

EL AJEDREZ DEL COMERCIO

El ajedrez del comercio
La OMC entró en crisis y el Alca se embolató. Como resultado, tomó impulso el tratado de libre comercio de Estados Unidos con Colombia y los países andinos.
Por Ramiro Guerrero*Fecha: 12/21/2003 -1129 El que termina fue unaño particularmente movido en materia de negociaciones comerciales. Había muchas cosas en juego por todos los lados. En la Organización Mundial del Comercio (OMC) debían avanzar los acuerdos de la ronda de Doha, cuyo punto crucial es el desmonte de los subsidios agrícolas por parte de los países desarrollados. Los participantes del Area de Libre Comercio de las Américas (Alca), por su parte, debían avanzar en un cronograma para tener listo el tratado en enero de 2005. En medio de este pulso también estaban los coqueteos de Estados Unidos con algunos países como Colombia para negociar acuerdos comerciales bilaterales, y los renovados intentos para lograr un tratado de libre comercio entre la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y Mercosur.Todas estas negociaciones siempre han estado muy ligadas entre sí, como en una telaraña. Así, de lo que pasara este año en la OMC dependía en buena medida el avance del Alca. El éxito o fracaso de este acuerdo continental, a su vez, determinaba la suerte de los tratados bilaterales. En esta encrucijada el gobierno de Colombia, un país demasiado pequeño para influir en los foros de la OMC y el Alca, no estaba en capacidad de hacer mucho más que adaptarse a los resultados de las negociaciones multilaterales. En la reunión ministerial de la OMC, programada para septiembre en Cancún, México, los delegados de todos los países debían evaluar el avance de la ronda de negociaciones que se había lanzado en Doha, Qatar, a fines de 2001. En particular, debían juzgar el cumplimento del compromiso más importante, que era la reducción de los subsidios que los países desarrollados dan a sus agricultores, y que constituyen una especie de competencia desleal para sus colegas del resto del mundo.
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Este es un viejo reclamo que tiene su justificación. En 2002 los países desarrollados (sobre todo Estados Unidos, Europa y Japón) otorgaron subvenciones a sus agricultores por 318.000 millones de dólares, que superan en más de cinco veces los recursos destinados a la ayuda externa en el mundo. El Banco Mundial calcula que si se eliminaran estos subsidios, las exportaciones de los países en vías de desarrollo subirían en 24 por ciento. La balanza comercial de Colombia (exportaciones menos importaciones) se incrementaría en 743 millones de dólares si se eliminaran las famosas subvenciones, de acuerdo con un estudio del Ifpri (International Food Policy Research Institute).La de los subsidios, sin embargo, está lejos de ser una queja colombiana. La comparten prácticamente todos los países de América Latina, Africa y buena parte de Asia. Por eso al lanzar la ronda de Doha en 2001, Estados Unidos y Europa tuvieron que hacer una concesión. Aceptaron poner como primer punto en la agenda la reducción significativa de las ayudas a los agricultores. Otros temas de negociación que interesan sobre todo a los países desarrollados, como la protección a las inversiones, la modernización de las aduanas, las normas de competencia (antimonopolio), y las licitaciones y compras de los gobiernos, quedaron supeditados al avance de las negociaciones agrícolas.Mientras se discutían en la OMC, en el Alca se daba un pulso entre los países que llevan la batuta, que son Estados Unidos y Brasil. El primero luchaba por incluir en el acuerdo continental temas que no son propiamente comerciales. Entre ellos, asuntos ambientales y laborales, compras gubernamentales, protección de inversiones, reglas de competencia y normas de propiedad intelectual. Hubo, no obstante, dos cosas que Estados Unidos no quiso meter en el Alca: el desmonte de sus subsidios agrícolas y la reforma de sus normas antidumping, que a juicio de sus competidores son arbitrarias y proteccionistas. Son dos temas que interesan mucho a los latinoamericanos, pero el gobierno estadounidense se negó a hablar de ellos en el Alca argumentando que involucraban a terceros países y por eso se debían tratar en la OMC.Ante esta situación el gobierno de Brasil tomó una postura pragmática. Así como Estados Unidos quiso excluir la discusión de los subsidios agrícolas y mandarla para la OMC, Brasil pidió hacer lo propio con otros temas, como compras gubernamentales, inversiones, comercio de servicios y normas de propiedad intelectual. Este último es uno de los puntos más sensibles de las negociaciones regionales y globales, por cuanto implica elevar las barreras para fabricar medicamentos genéricos. Las consecuencias que esto tiene sobre la salud pública de los países menos avanzados, junto con el asunto de los subsidios agrícolas, fueron los temas más 'calientes' en la OMC este año.En el pulso entre Estados Unidos y Brasil por definir la agenda del Alca, los países andinos quedaron en la mitad del sándwich. En su afán por buscar aliados, tanto el gobierno estadounidense como el brasileño tentaron a Colombia y sus vecinos con la posibilidad de negociar acuerdos de comercio bilaterales. Así estaban las cosas cuando se inició la reunión ministerial de la OMC en septiembre. En los días previos a este encuentro el gobierno colombiano se había unido al G-21, una amplia coalición de países latinoamericanos, asiáticos y africanos, cuyo propósito era exigir de Europa y Estados Unidos acciones decididas para reducir sus subsidios agrícolas. Estos esfuerzos, no obstante, fueron en vano. Ante una propuesta de varias naciones africanas para eliminar las subvenciones al algodón el gobierno de Estados Unidos dio un no rotundo, explicado por sus circunstancias políticas (el presidente de la comisión de agricultura del Senado estadounidense es un defensor de los algodoneros). Esta negativa, junto con la inflexibilidad de los europeos y la postura radical de varios países en desarrollo, hizo que la reunión terminara en un fracaso estrepitoso. En los días que siguieron a la reunión de Cancún, de otro lado, el gobierno estadounidense hizo saber que no veía con buenos ojos la participación de Colombia en el G-21, lo que de inmediato llevó al gobierno de Alvaro Uribe a retirarse del grupo. Algo similar ocurrió con otros países centroamericanos y andinos.La ronda de Doha y la esperanza de reducir los subsidios quedaron embolatadas después de Cancún. El año entrante hay elecciones en Estados Unidos y relevos en la alta burocracia europea, y por eso las negociaciones comerciales permanecerán por un buen tiempo en el congelador. Sin la esperanza de un pronto avance en el tema agrícola o en el de las normas antidumping que aplica el gobierno estadounidense, ya era poco probable que el Alca saliera adelante.Estados Unidos y Brasil siguieron con sus posiciones irreconciliables, aunque encontraron una manera diplomática de presentarlas en la reunión ministerial del Alca que se realizó en Miami en noviembre pasado. La fórmula consiste en lo que se ha denominado el "Alca menú". Este acuerdo contiene unos compromisos mínimos en lo que tiene que ver con las rebajas arancelarias mutuas. Pero los demás temas no comerciales que tanto interesan a Estados Unidos son opcionales. Es decir, que cada país es libre de decidir hasta dónde se compromete. Esto no era satisfactorio para el gobierno estadounidense, y por eso en la misma semana de la reunión del Alca, anunció su intención de negociar un tratado de libre comercio (TLC) con Colombia y sus vecinos andinos (excepto Venezuela), y otro con Panamá. Tan pronto termine las negociaciones que está adelantando con las naciones de Centro América y República Dominicana, seguirá con los andinos. Como cabría esperar, en este acuerdo bilateral Estados Unidos planea incluir todos los temas no comerciales que le gustan y que no pudo meter en el Alca, y excluye los que no le convienen (como las normas antidumping).A dos semanas de terminar el año, de otro lado, las naciones andinas y Mercosur anunciaron la firma de su propio TLC, en el que venían trabajando hace muchos años. Este acuerdo, sin embargo, tiene un alcance muy limitado. Se circunscribe a la mutua desgravación arancelaria, aunque de manera muy gradual y con importantes excepciones. La más importante quizá es la agricultura. Colombia se reservó la posibilidad de acudir a mecanismos arancelarios de protección mientras subsistan los subsidios y las distorsiones que afectan el comercio mundial de los productos del agro.En 2004 Colombia enfrentará entonces un reto histórico al negociar el TLC con Estados Unidos. A ese país se destina el 44 por ciento de las exportaciones colombianas, y por eso el acceso a ese mercado en condiciones preferenciales es tan atractivo. Los riesgos, sin embargo, son igualmente grandes. Y el más importante tiene que ver, nuevamente, con la agricultura. El asunto no es tan sencillo como establecer un período de transición para que los productores tengan tiempo de prepararse para la apertura total. En vano serán competitivos mientras existan las profundas distorsiones que afectan el comercio de la mayoría de estos productos. De ahí el peligro de acceder a la petición estadounidense de una apertura sin excepciones, antes de que la OMC realice otra reunión como la de Cancún, pero exitosa.*Editor Económico de SEMANA

TLC UN NEGOCIO DE GRANDES PROYECCIONES

Un negocio de grandes proyecciones
Una preparación adecuada deberá tener Colombia para la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Una agenda debidamente pensada y la coordinación con cada sector interesado, es clave para obtener la aprobación del TLC que de ser una realidad llegaría a cambiar el panorama del comercio exterior nacional. Un primer paso para ese proceso lo dio la semana pasada la Procuraduría General de la Nación al anunciar que vigilará el proceso.
Por Juan Pablo Parra*Fecha: 02/08/2004 -1136 Según palabras de Francisco Fernández, consejero económico de la embajada de Estados Unidos en Colombia, la negociación del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos será una negociación entre iguales en la que los dos países deberán buscar los mejores resultados a su favor. Esto quiere decir que no habrá ningún tipo de concesión ni de ventaja por parte de los negociadores, y por lo tanto Estados Unidos tomará todo lo que se ponga a su disposición para lograr su mejor provecho así como lo deberá hacer Colombia. Esta reflexión es síntoma de la manera como Estados Unidos enfrenta todas sus negociaciones comerciales. Es imperativo entonces, que Colombia haga un trabajo de preparación que le garantice obtener la mejor posición negociadora en los diferentes aspectos que se pondrán sobre la mesa. Esta preparación tiene que fundamentarse en la consolidación de un excelente equipo negociador que logre captar los intereses de todos los grupos que se verán afectados por los cambios resultantes del TLC.
Una postura global que represente los intereses particulares de cada sector es necesaria para el propósito negociador. En este sentido, es importante que los gremios estén en capacidad de establecer sus posiciones con claridad y que se creen los puentes necesarios entre éstos y el gobierno para que fluya la información. La representación colombiana a cargo del equipo negociador deberá contar con un papel activo por parte de todos los sectores interesados, pues de esta coordinación depende el éxito o el fracaso de las negociaciones. El inicio del proceso se debe dar con la elaboración de la agenda. Esta debe ser clara y se tiene que manejar a partir del principio de que nada está acordado hasta que todo esté acordado con el fin de no llegar a acuerdos incompletos. Mantener claridad sobre este aspecto es de gran importancia para evitar presiones derivadas de los plazos establecidos, pues el tiempo de la negociación se debe ajustar a los intereses de las partes.Se puede afirmar sin temor a equívocos que el tratado de libre comercio cambiará el panorama del comercio exterior en Colombia. El resultado de la negociación será la eliminación de los aranceles comerciales entre los dos países, es decir el libre comercio. El proceso se centrará entonces en la modalidad mediante la cual se llegue a esta situación sin hacer un gran número de concesiones. En Colombia, aproximadamente el 85 por ciento de los productos puede entrar en la actualidad al mercado de Estados Unidos sin el pago de aranceles gracias a los beneficios unilaterales otorgados por el Atpdea que termina en 2006. El objetivo general de los negociadores colombianos será la consolidación de este sistema de preferencias y su ampliación al universo de productos restantes. A cambio deberá adoptar posiciones frente a la entrada de los productos de Estados Unidos al mercado colombiano, mediante mecanismos de transición y de ajuste, tales como la desgravación gradual.A lo anterior se deberá agregar temas como el régimen de aduanas, las medidas antidumping, las normas sanitarias y fitosanitarias, y en un espectro más amplio los regímenes de compras estatales y de prestación de servicios. Serán objeto de negociación aspectos que determinan la interacción de muchos actores en la sociedad. La elaboración de un tratado de libre comercio es un asunto delicado pues de su contenido se desprenden las reglas de funcionamiento y de relación de los mercados en el largo plazo. Al saber la importancia de lo que está en juego dentro de una negociación de esta magnitud, cabe hacerse la pregunta acerca de lo que se puede esperar de sus resultados. Al respecto la referencia obligada es México, que celebra 10 años de existencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA por su sigla en inglés). Aunque para muchos es prematura la realización de un balance que dé cuenta de los resultados alcanzados por el TLCAN, se pueden resaltar algunos elementos para el análisis. Según un reciente estudio del Banco Mundial se puede afirmar que el comercio exterior mexicano se dinamizó ostensiblemente en los últimos 10 años. La participación del sector exterior dentro del PIB pasó de 21 por ciento a 52 por ciento con un alto grado de diversificación a favor especialmente del sector manufacturero. De una situación de déficit comercial en 1993, se pasó a una de superávit y se aprecia cierta convergencia en el nivel de salarios y productividad a favor de la economía mexicana, en especial en los sectores que tienen que ver directamente con la exportación. Sin embargo, a pesar de un desempeño macroeconómico positivo, el estudio afirma que no se aprovechó en su totalidad el potencial del tratado debido a que no se realizaron diversas reformas estructurales en la economía mexicana, como las referentes a los sistemas de distribución regional, reformas y mejoras de la educación así como una orientación hacia el desarrollo tecnológico. La institucionalidad que acompañe el desarrollo de un tratado de libre comercio entre economías de distinto tamaño cobra gran importancia a la hora de disminuir efectos negativos derivados del libre comercio.De la puesta en marcha de un tratado de libre comercio se desprenderán diversas consecuencias. Los efectos que se le puedan causar a las economías dependen de la preparación de la negociación. Sin embargo, siempre habrá ganadores y siempre habrá perdedores. El país tiene que prepararse pues de los resultados de la negociación dependerá su capacidad de integrarse y mantenerse como una economía viable. Es de gran importancia la iniciativa de negociación de una Tratado de Libre Comercio con una economía tan importante como la de Estados Unidos. Sin embargo esta debe enmarcarse dentro de una perspectiva amplia de desarrollo económico que incluya el fortalecimiento institucional y la búsqueda de competitividad, sin la cual el TLC se constituiría en un instrumento de aumento de las asimetrías ya existentes.* Coordinador Maestría en Asuntos InternacionalesFacultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Universidad Externado de Colombia

HACIENDO FILA POR UN TLC

Haciendo fila
El acuerdo de libre comercio con Estados Unidos que pide el gobierno colombiano no traería tantos beneficios económicos como se cree.
Fecha: 06/15/2003 -1102 El 'Plan B' del gobierno de Alvaro Uribe en materia de comercio exterior ha terminado por convertirse últimamente en su 'Plan A'. En principio la prioridad de Colombia en el frente comercial es el Area de Libre Comercio de las Américas (Alca) que, según la retórica oficial, se debería terminar de negociar en 2005. Pero como este acuerdo es tan enredado, y hay buenas razones para pensar que no se van a cumplir los plazos,el gobierno colombiano se la está jugando cada vez más por su estrategia alternativa: negociar directamente con Estados Unidos, siguiendo el ejemplo de Chile, que firmó un tratado de libre comercio (TLC) con ese país el pasado 6 de junio. La semana pasada el jefe de la cartera de Comercio de Colombia, Jorge Humberto Botero, viajó a Washington a mover sus fichas. En su agenda tenía una reunión preparatoria de la próxima cumbre ministerial del Alca y también un encuentro con su homólogo estadounidense Robert Zoellick. Un comunicado de la Casa de Nariño expedido días antes del viaje dejó en claro el propósito de la visita: insistir en un TLC con Estados Unidos.Ya antes Alvaro Uribe le había expresado su deseo de negociar un acuerdo bilateral al presidente George W. Bush, solicitud que este último había esquivado amablemente diciendo que su prioridad sigue siendo el Alca. La semana pasada no le fue mucho mejor al ministro Botero, pues la reunión con Zoellick fue aplazada para julio próximo y el gobierno estadounidense reiteró que su prioridad es el Alca.
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La insistencia de Uribe tiene varias motivaciones. La primera de ellas es que el Atpa, el tratado unilateral de preferencias arancelarias para los países andinos que está vigente desde fines del año pasado, se vence en 2006. Se supone que en esa fecha deberá estar listo el Alca. Como este último podría demorarse, no obstante, el gobierno colombiano teme quedarse sin las preferencias actuales en 2006. Este afán era de alguna manera predecible, pues el gobierno de Estados Unidos calculó muy bien la fecha de terminación del Atpa para asegurarse que los andinos estuvieran interesados en empujar el acuerdo continental del Alca. El gobierno colombiano también insiste en el TLC porque sabe que cumple muchas de las condiciones que exige Estados Unidos para firmar este tipo de acuerdos. Esto pasa por apoyar la lucha contra el terrorismo, tener una base productiva que complemente la de Estados Unidos y una buena aceptación en el Congreso norteamericano, que debe refrendar los acuerdos. Todas son condiciones que Colombia podría cumplir. Pero el hecho de que el acuerdo parezca viable no asegura que sea deseable. Por eso el gobierno colombiano argumenta que el acuerdo no sólo es posible sino que es bueno. Porque genera confianza, estabilidad, y sobre todo certidumbre de que Colombia va a seguir teniendo acceso al mercado de Estados Unidos, cosa que es indispensable para que haya inversión.Quienes abogan por un acuerdo bilateral con el país del norte señalan el caso de México, que duplicó sus exportaciones y tuvo un crecimiento económico espectacular después de ingresar al Nafta. El problema es que muchas cosas han cambiado desde cuando México firmó su acuerdo, y por eso hoy en día las condiciones serían muy distintas para un país que, como Colombia, decidiera seguir el mismo camino.Lo primero que hay que recordar es que la gracia de un acuerdo de comercio está en ser el primero. Durante 10 años México tuvo un acceso privilegiado al mercado estadounidense, pero lo más importante, era el único en tenerlo. Todo el que quisiera establecerse en un país de mano de obra relativamente barata para exportar a Estados Unidos no tenía opción distinta de México. Hoy en día un potencial inversionista podría elegir entre muchos países. Además del Nafta, Estados Unidos tiene acuerdos de libre comercio con Israel y Jordania y acaba de firmar otros dos con Chile y Singapur, que están pendientes de aprobación en el Congreso. Pero además está negociando acuerdos similares con Marruecos, cinco países de América Central, otros cinco del sur de Africa y Australia. De hecho, hay quienes dicen que una de las razones por las que el gobierno estadounidense quiere aplazar la decisión sobre un acuerdo con Colombia es que no tiene negociadores. Están todos ocupados.De manera que Colombia ya está muy atrás en la fila de los países que buscan un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. El día que lo logre, entonces, ya no tendrá la exclusividad que tuvo México y por eso le tocará competir con muchos otros para entrar al mercado del norte. La inversión extranjera que suele acompañar estos acuerdos se repartirá entre muchos destinos y es probable que a Colombia no le toque mucho dados los problemas de seguridad. Además hay que recordar que cuando entró en vigencia el Nafta la economía de Estados Unidos estaba disparada y había un boom de inversión, cosa que magnificó los efectos de ese acuerdo en México. Más allá de esto, hay que recordar que a medida que avanza la apertura comercial en el mundo se van erosionando las ventajas de las preferencias arancelarias exclusivas. Esto es, de hecho, lo que está ocurriendo con las confecciones colombianas, que ahora están en auge por efecto del Atpa. Ocurre que desde 1995 los países signatarios de la OMC empezaron a aplicar el acuerdo de textiles y vestuario (ATV) para desmontar gradualmente las cuotas a la importación de confecciones. En 2005, cuando se termine de aplicar el ATV, se habrán eliminado casi todas las barreras para la importación de confecciones a Estados Unidos. En ese momento los empresarios colombianos deberán competir de frente con los asiáticos, con una diferencia muy grande. Mientras en el país la mano de obra tiene un costo de 1,5 dólares la hora en China esta cifra es de 25 centavos. Esto no quiere decir que se vaya a acabar el mundo. Los confeccionistas colombianos tienen muy claro que su ventaja estará en la cercanía y en la prontitud de sus entregas, pero aún así la competencia será dura. Nuevamente, una mirada al caso mexicano ilustra las cosas. En ese país entre enero de 2001 y diciembre de 2002 se perdieron 230.000 empleos de la industria maquiladora (de un total de 1,3 millones de empleos). Muchas industrias se trasladaron precisamente a China, país que este año probablemente desplazará a México como la segunda fuente de importaciones de Estados Unidos después de Canadá. A Colombia no le quedan muchas alternativas en materia comercial. El Alca camina muy lento y las negociaciones de la OMC, que son la única esperanza de desmontar los subsidios agrícolas de los países desarrollados, están en un punto muerto. En esas condiciones un acuerdo con Estados Unidos aparece como una alternativa que ofrece algunas ventajas, pero no sería ni la sombra de lo que fue el Nafta para México.

EL ALCA EN JAQUE

COMERCIO EXTERIOR
El Alca, en jaque
Las diferencias entre Estados Unidos y Brasil pueden llevar al fracaso la cumbre ministerial de Miami esta semana. Colombia, sin embargo, tiene ahora mayores posibilidades de negociar un acuerdo de libre comercio con el país del norte.
Fecha: 11/17/2003 -1124 Cuando se inauguraron las negociaciones para la creación de un Area de Libre Comercio de las Américas (Alca) en Miami en 1994, las 34 naciones del continente hablaban de prosperidad y desarrollo. Nueve años después el ambiente será mucho más tenso. En la reunión del Alca que se lleva a cabo esta semana, otra vez en Florida, hay verdadera incertidumbre sobre si Brasil y Estados Unidos se pondrán de acuerdo para que el libre comercio sea una realidad el primero de enero de 2005.Las apuestas están en contra de esta posibilidad. La idea de la reunión es dar a las negociaciones del Alca un empujón definitivo. Lo que no se sabe es si éste las sacará del embrollo en que se encuentran actualmente o hará que se posterguen por dos años más. Sin embargo eso no es todo lo que está en juego en esta cumbre americana. Algunos países, como Colombia y Perú, que están detrás de un tratado bilateral de libre comercio con Estados Unidos (TLC), también están definiendo allí su futuro ¿Cómo han hecho sus movidas Brasil y Estados Unidos? ¿Qué puede lograr Colombia en este complicado ajedrez de comercio exterior? Un país puede ganar o perder mucho antes de sentarse a negociar un acuerdo comercial. La clave está en la selección de los temas que estarán sobre la mesa en la negociación. Es muy distinto un acuerdo que contemple la apertura del sector agrícola a uno que la excluya, o uno que permita la movilidad internacional de las personas al estilo europeo frente a un tratado que no incluya esa posibilidad.
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Por eso la pelea más grande que han dado los países en el Alca ha sido para meter o sacar temas de la mesa de negociación. Desde cuando lanzó el proyecto del área de libre comercio continental, en 1994, Estados Unidos ha sido partidario de un acuerdo de gran alcance. Esto quiere decir que, además de las rebajas arancelarias recíprocas, buscan que el Alca incluya asuntos que no tienen que ver directamente con el comercio. Por ejemplo, protección a las inversiones extranjeras, políticas antimonopolio, normas que regulan la contratación y las compras de los gobiernos, disposiciones sobre medio ambiente, estándares laborales y propiedad intelectual.Esta agenda de Estados Unidos, sin embargo, no entusiasma mucho a otros países de la región, que ven en ella elementos proteccionistas. La aplicación de unas normas de propiedad intelectual más estrictas de las que ya existen, por ejemplo, reduciría la competencia de los genéricos en los mercados de medicamentos y de productos agroquímicos. Así mismo, las empresas norteamericanas podrían alegar que sus competidoras del sur contaminan mucho, o tienen unas prácticas laborales muy laxas, y por esa vía solicitar protección especial. La otra crítica a la agenda de Estados Unidos en el Alca se refiere a sus omisiones. Los agricultores de ese país reciben ayudas del gobierno por 93.000 millones de dólares al año, pero Estados Unidos no quiere discutir el desmonte de estos subsidios en el Alca. Se niega a hacerlo, argumentando que los europeos y los japoneses también subsidian fuertemente su agricultura y que por eso el tema se debería discutir con ellos en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC). De otro lado, el gobierno estadounidense también quiere que sus normas antidumping -que otros países competidores consideran arbitrarias y proteccionistas- sean llevadas a la OMC pero que no sean tratadas en el Alca. Al otro lado de la mesa en las negociaciones hemisféricas está Brasil. Por el tamaño de su economía tiene el peso político suficiente para cuestionar las reglas de juego que propone Estados Unidos. Su posición hasta ahora ha sido bastante pragmática. Así como los norteamericanos piden excluir del Alca los subsidios agrícolas y las normas antidumping, los brasileños piden que se haga lo propio con temas como la propiedad intelectual y la protección a las inversiones.Alca 'light' o Alca menuAl sacarle las añadiduras quedaría lo que muchos han dado en llamar un Alca light. Es decir, un acuerdo enfocado en la rebaja arancelaria que excluiría la mayoría de los temas no comerciales que propone Estados Unidos. Este último país, sin embargo, insiste en su agenda original. Y en medio de estas dos posiciones están los demás países de la región, cada uno con una visión diferente. Los más pequeños, por ejemplo, insisten en que el Alca contemple un programa de cooperación con muchos dólares para financiar la infraestructura y demás inversiones que necesitan para volverse competitivos. Las posiciones parecían irreconciliables en vísperas de la reunión ministerial del Alca. En los días previos hubo un encuentro entre el canciller de Brasil, Celso Amorim, y el representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, para intentar ponerse de acuerdo en una posición intermedia. Se habló entonces de un Alca 'menú', en el que cada país sería libre de elegir en qué temas meterse. Pero es poco probable que Estados Unidos acepte un acuerdo light o uno 'menú' y por eso se anticipa una reunión tensa, al estilo de la cumbre de la OMC en Cancún en septiembre pasado, que terminó en un estruendoso fracaso. Como están las cosas ahora, no se puede descartar que la reunión de Miami tenga un desenlace similar. De ser así el Alca quedaría muy embolatado, pues empezaría a quedar claro que no se va a cumplir el cronograma original, según el cual las negociaciones deben terminar en diciembre de 2004. Si el Alca no sale a tiempo el gobierno estadounidense aplicaría de inmediato su plan B. Se trata de los acuerdos bilaterales con diferentes países, y el que sigue en la fila es Colombia con sus vecinos andinos (excepto Venezuela). Hace 10 años Estados Unidos firmó un tratado de libre comercio con Canadá y México, este año selló uno con Chile y está a punto de terminar otro con el Mercado Común Centroamericano y República Dominicana. Al cierre de esta edición era inminente el anuncio de su intención de negociar un TLC con Colombia y con cada unos de los otros países andinos.No es casualidad que Estados Unidos haya planeado hacer este anuncio justo en el momento de la reunión del Alca. El acuerdo con los andinos incluye todos los temas que le gustan al gobierno estadounidense y por eso le sirve para presionar a Brasil para que acepte sus condiciones. Y no es un simple cañazo. Si el Alca no sale las negociaciones directas con Colombia tomarán vuelo. El primer paso en el camino del acuerdo bilateral es que la administración Bush le avise al Congreso de su intención de negociar. Si no hay objeciones tendría luz verde más o menos en marzo del año entrante. Arrancarían entonces las negociaciones con Colombia y posiblemente también con Perú, dejando abierta la posibilidad de que Ecuador y Bolivia se sumen más adelante. La meta de la administración Bush es terminar de negociar en diciembre de 2004. No hay que olvidar que a fines del año entrante hay elecciones presidenciales en Estados Unidos, lo cual trae mucha incertidumbre. Además en junio de 2005 se vence el permiso especial que el Congreso estadounidense le otorgó al Ejecutivo para negociar por su cuenta acuerdos comerciales. Si no termina el tratado con Colombia antes de esa fecha éste quedaría aplazado indefinidamente. El cronograma es entonces apretado y Colombia se enfrenta a la posibilidad real de una alianza comercial con Estados Unidos dentro de un par de años.Lo bueno y lo maloPara calcular los efectos que podría tener el TLC se puede mirar lo que ha pasado con las preferencias arancelarias del Atpa, que Estados Unidos otorgó de manera unilateral a los andinos. Un estudio reciente del Departamento Nacional de Planeación muestra que en los últimos años los empresarios nacionales utilizaron muy poco esas ventajas. Entre 1998 y 2002 sólo 20 por ciento de las exportaciones al país del norte se hicieron bajo el Atpa. Tan sólo 39 productos, de los más de 5.000 beneficiados, han utilizado las preferencias. ¿Cuál es la explicación? Que Colombia no produce la mayoría de las cosas que pueden entrar a Estados Unidos sin arancel, y además este país impone barreras no arancelarias como son, por ejemplo, las sanitarias, que impiden el acceso de los productos a su mercado.A partir de 2003 el Atpa se amplió para incluir textiles y confecciones, y por eso este rubro ha mostrado un crecimiento de 60 por ciento en las exportaciones en lo que va corrido de este año. Si sale adelante el TLC las preferencias del Atpa, que son temporales y se vencen en 2006, se volverían permanentes. El sector textil sería quizás el mayor ganador.Por el lado de los perdedores sobresale el sector agropecuario, que en la actualidad ocupa a 3.700.000 colombianos. Los agricultores temen que en el TLC Estados Unidos no desmonte las barreras sanitarias y demás y, por ende, los beneficios se queden en el papel. Lo que más los desvela, sin embargo, es la competencia desleal de los subsidios que el país del norte se niega a desmontar. De hecho, resienten que Estados Unidos haya dicho que ese es un tema para discutir en la OMC. Pero cuando el gobierno colombiano quiso unirse al G-21, la coalición de países que se formó para luchar contra los subsidios, lo presionó para que se saliera.Los subsidios ponen a Colombia en una desventaja que no se puede corregir por muchas conversiones tecnológicas que se hagan. Es el caso de la producción de azúcar, en la que Colombia es más eficiente que Estados Unidos. Mientras allá se producen 78 toneladas de azúcar por hectárea aquí el rendimiento es de 94 toneladas por hectárea. No obstante, los subsidios que reciben los productores estadounidenses hacen que, pese a ser menos productivos pueden salir a vender su azúcar a menor precio.Los efectos del TLC se harán sentir en toda la economía. El citado estudio del DNP analiza 10 sectores económicos y calcula que ocho de ellos perderían y dos ganarían (ver gráfica). El efecto agregado sería positivo, aunque muy leve. Habría además otro efecto que nadie ha advertido. Al eliminar los aranceles a las importaciones provenientes de Estados Unidos la Dian dejaría de recibir ingresos por 590 millones de dólares anuales, lo cual traería inevitablemente otra reforma tributaria (como acaba de ocurrir en Chile).La otra cara de la moneda es el efecto que tendría sobre las exportaciones colombianas que el país se quede sin el TLC. Si los vecinos de Centroamérica o Perú logran firmar un acuerdo con Estados Unidos sus productos podrán entrar sin arancel al principal mercado del continente. Los importadores estadounidenses, entonces, preferirían comprarles a ellos y no a las empresas colombianas. Los negociadores del gobierno -con la participación del sector privado- tendrán que sopesar los beneficios de firmar un TLC con Estados Unidos, pero sin perder de vista los costos que tendrían que pagar algunos sectores clave para la economía y la seguridad del país.