“Este tratado es una gran oportunidad”
El presidente Álvaro Uribe defendió ayer ante los colombianos el recién firmado Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, un tema que será sin duda uno de los más polémicos en su campaña por la reelección
Por Juanita LeónFecha: 02/28/2006 - Al mejor estilo de los consejos comunitarios, el Presidente intentó con un tono muy pedagógico y centrado en el detalle acercarle al colombiano promedio este acuerdo, que desde ya se ha convertido en el caballito de batalla de sus principales opositores. En rasgos generales, el presidente defendió el tratado con tres argumentos: es la única forma de salvar los beneficios arancelarios concedidos por la APTDEA, que vencen el 31 de diciembre de 2006 y que hoy benefician a los textileros, confeccionistas, industria del calzado y bananeros, y que en el futuro podrían beneficiar a sectores como la leche y la carne. Es una forma de garantizar la inversión extranjera y de hacer más competitiva la economía. Y es un reto para que Colombia emprenda grandes obras de infraestructura como la navegabilidad del Río Orinoco, la doble calzada a Girardot, para salir al Pacífico, la carretera del Carare, entre otros. El presidente reconoció que los sectores arroceros y avícola se verán perjudicados en principio, aunque tendrán un período de desgravación de 19 y 18 años respectivamente. Frente al azúcar, sin decir que Colombia logró mucho menos de lo que aspiraba, rescató que exportará 50 mil toneladas más que hoy y las posibilidades que se abren para el alcohol carburante.
El presidente prometió “ayudar a los productos que sufren” y para ello anunció que presentará un proyecto de ley en marzo o junio al Congreso para que apruebe el programa ‘Agricultura, ingreso seguro’ que subsidiaría a los productores de maíz, de fríjol, soya, sorgo y otros productos “que llegaran a requerirlo”. “Estamos dispuestos a que con esos recursos les podamos decir a los productores de maíz, en los años que lo necesiten aquí tienen ‘tanto’ del Estado a título de ajuste del precio, para que ustedes no pierdan”, dijo el presidente en su discurso televisivo. Este anuncio, el más polémico de su intervención, fue recibido con recelo por varios sectores. El candidato visionario al Senado, Manuel Rodríguez, por ejemplo, criticó la propuesta. “Es un absurdo subsidiar a los grandes empresarios. Es como si hubieran subsidiado a la Empresa de Teléfonos de Bogotá cuando entró la telefonía celular. Los empresarios a veces pierden y a veces ganan y esas son las reglas del mercado. Sólo se debería compensar a las comunidades campesinas que se vean afectadas como los cultivadores de trigo en Nariño”. Otros analistas cuestionaron de dónde saldrán los recursos para financiar estos subsidios de manera sostenible, más aún ahora que con el TLC Colombia dejará de recibir aranceles. “El papel aguanta todo”, dijo Ricardo Buitrago, experto en el tema y columnista de Semana.com. “Los subsidios no pueden sostenerse permanentemente si no se cuenta con una infraestructura que lo soporte. Con el ritmo de crecimiento de la economía, no vamos a generar los ingresos fiscales para sostener los 500 mil millones que se necesitan para subsidiar a estos sectores y para financiar el desarrollo de la agenda interna, que es el mayor reto que plantea ahora el TLC”. Estas preguntas sobre los temas gruesos del debate quedaron sin resolverse, máxime porque el presidente –como suele hacerlo- se centró más en la minucia que en los grandes mensajes: ¿De dónde saldrán los recursos para financiar los subsidios y las obras de infraestructura? ¿Cómo hará Colombia para cumplir con los requisitos fitosanitarios para acceder al mercado gringo? ¿Cómo hará Colombia para exportar productos con valor agregado a E.U.? Sin embargo, es muy loable que el presidente haya asumido el tema de frente pese a los riesgos electorales que ello implica, pues, según las encuestas, sólo una tercera parte de los colombianos aprueba el tratado. Más allá de que haya aprovechado el espacio televisivo para hacer una ‘cuña’ sobre su gestión económica, se le reconoce al mandatario que ayer actuó más como estadista que como candidato.
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